lunes, 28 de diciembre de 2020

Corriente autobiográfica y la exhumación al propio autor por la matanza del gato

 "La curiosidad mató al gato" o eso dicen, pero cuando a alguien inteligente humano y no máquina, le llaman curioso no se dan cuenta que han matado un gato. La curiosidad no es equiparable a culto, por muy sabedor que sea la persona o descifrador se demuestre la persona.

The Goldberg, es la serie que junto a otras no tan conocidas entre el público adulto, se basa en la corriente autobiográfica, siendo el propio título el apellido del director y productor de la serie en conjunto de un buen estudio de televisión gozando de buena crítica profesional aunque sea en el medio tradicional. Pero en internet hay tanto salvaje por parte de las grandes compañías de informáticos como usuarios cibernéticos ambos nacidos con una hormona de celosía tan perjudicial como hacer las cosas "por interés te quiero sin importar tu estrés", aunque provoca estrés. Añadiendo luego un sentido de autoría que también molestan a las grandes compañías, usuarios cibernéticos y los maleantes indeseables llamados ANONYMOUS "los vagos exigentes de internet y el lado oscuro de la red".  Todas estas últimas mencionadas personas y colectivos son los detonantes que hoy en día se denominan detractores de una obra de arte, artículo, proyecto o cualquier aportación sincera o de buen entendimiento hacia una buena relación social.

Tanto el cine como el modelaje, tiene su propia autoría y por tanto no todo el mundo tiene la potestad de ser un soldado del arte y de la autoría como hablan o reivindican los feministas o los egos machistas de todas las generaciones. La autoría no debe tomarse como una habilidad general ni tampoco debe adjudicarse a cualquiera un hecho de autor anónimo, por ello quién sí debe mostrar con humildad ese talento de autoría aunque rememore ciertos detalles familiares no es para encumbrar a la familia del autor. Porque solo los curiosos y asesinos de la autoría matarían al gato de la honestidad con tal de incursionar impunemente en el curtido y emblemático arte de la autoría. The Goldberg es la gran prueba como en otras secciones autobiográficas que se puede hacer justicia para educar y no respaldar a las redes sociales ni los fundamentos sin moral de hoy en día que confunden términos de libertad de expresión con comprensión.

Por tanto, no se debe atribuir a uno mismo una habilidad si se tiene envidia de la potestad natural que tiene por nacimiento y práctica la otra persona. 

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